miércoles, 31 de octubre de 2007

MacBeth - Esc. VII - Si todo terminara...

Escena Séptima.
Oboes y antorchas. Cruzan la escena un mayordomo y varios sirvientes llevando platos y servicio de mesa. Entra, a continuación, Macbeth:


Si todo terminara una vez hecho, sería conveniente acabar pronto; si pudiera el crimen frenar sus consecuencias y al desaparecer asegurar el éxito, de modo que este golpe a un tiempo fuese todo y fin de todo... aquí, sólo aquí, sobre esta orilla y páramo del Tiempo se arriesgaría la vida por venir. En estos casos es aquí, sin embargo, donde se nos juzga, porque damos instrucciones sangrientas que, aprendidas, son un tormento para quien las da. La imparcial mano de la justicia pone el cáliz, envenenado por nosotros, en nuestros propios labios. Se encuentra aquí con doble confianza: primero, soy su deudo a más de súbdito, dos buenas razones para no actuar; después, como anfitrión, tendría que cerrar las puertas de sus asesinos, no ser yo quien blandiera el cuchillo. Además, este Duncan ha sido tan humilde en el poder, y tan ecuánime al gobernar, que sus virtudes clamarían –tal ángeles con voces de trompetas- contra el acto deleznable de hacerlo desaparecer; y la piedad, como un recién nacido que desnudo galopa en la tormenta, o querubín del cielo montado por el aire en sus corceles invisibles, expondrá este acto horrible a los ojos del mundo y sofocarán las lágrimas el vendaval. La espuela, que se clava en los flancos de mi deseo, es la de ambición que brinca y al sobrepasarse, ya demasiado lejos, se derrumba.

...gracias a Rakel.

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